martes, 29 de noviembre de 2011

Ampliando el paradigma educacional: desde una Educación Superior hacia una Educación Terciaria

Chile está en una encrucijada en materia educativa y el modelo de educación superior que saldrá de la actual crisis es de vital importancia para el desarrollo del país. Es por esto que, si queremos estar a la altura de los tiempos, debemos ampliar el paradigma educacional, desde una Educación Superior (E.S.) hacia una Educación Terciaria (E.T.) Esto significa extender la mirada en al menos tres ejes fundamentales.
1º Eje: La cobertura. La E.S. es en esencia una educación selectiva, cuyo objetivo es formar a las elites que dirigirán las diferentes actividades productivas, políticas y de investigación del país. Está destinada solo a los alumnos más capaces ya que las carreras son largas, con gran contenido teórico y de alta exigencia académica. Está constituida principalmente por las denominadas carreras tradicionales, tales como Ingeniería, Medicina o Derecho.
La E.T. contempla, además de la educación universitaria tradicional, preparar a las futuras generaciones en las actividades propias de la producción y los servicios, ampliando la cobertura post enseñanza media por sobre el 80% (promedio de los países OCDE) en un campo de aprendizaje que es tan amplio como las actividades productivas que tenga el país. La E.T. incorpora a la oferta educacional los títulos Técnico-Profesionales y las Certificaciones de Competencias, subiendo la productividad de amplios segmentos de trabajadores lo que mejora su calidad de vida y disminuye la brecha entre ricos y pobres.
2º Eje: Flexibilidad. La E.S. responde a los objetivos que ella misma se propone. El currículum y los contenidos de estudio son propuestos y desarrollados por las propias universidades. Los profesores, de alto estándar, son los “dueños” de sus cátedras y enseñarán lo que ellos consideran más adecuado. La E.S. está íntimamente ligada al saber.
La E.T. es más flexible, ya que, aparte de desarrollar el saber puro universitario, desarrolla instituciones de educación superior que deben responder a las necesidades de la industria, en que el cambio constante es la realidad en la que se desenvuelve. La E.T. debe tener una capacidad de adaptación que le permita crear constantemente carreras nuevas, pero también modificarlas e incluso cerrarlas, si es necesario. La relación entre las instituciones técnico-profesionales y la industria es constante, y nutriéndose mutuamente logran una alta empleabilidad en sus egresados.
3º Eje: Educación permanente. En la E.S. el progreso académico del estudiante se realiza en forma lineal, mediante los grados y post-grados que se imparten desde la propia carrera (licenciatura, magister, doctorado y post-doctorado). Así, el ingeniero llegará a ser Doctor en Ingeniería y el Abogado llegará a ser Doctor en Derecho, si así se lo proponen. Estos son títulos que le permiten al alumno ampliar los conocimientos dentro de su propia profesión.
En la E.T. incorpora, además de los estudios tradicionales, lo que se ha denominado “educación continua”. En ella el alumno perfecciona y actualiza aspectos específicos de su actividad técnico-profesional a través de certificaciones, diplomados o magister y va aprendiendo las nuevas técnicas o adquiriendo nuevas competencias, incluso de carácter transversal. Así un técnico en redes podrá ir actualizando sus conocimientos, pero también puede realizar estudios en actividades afines, como por ejemplo certificarse en un determinado software e ir orientando su carrera profesional de acuerdo a las necesidades especificas del mercado.
La actual realidad educativa hace urgente ampliar el paradigma educativo de la educación superior chilena desde una educación centrada solo de las elites tradicionales, hacia una educación amplia, inclusiva, flexible y permanente, siendo éste el mejor medio para nuestro desarrollo.